Poder analizar la calidad del aire que respiramos en función de sus componentes individuales es una preocupación urgente para nosotros. La pregunta es: ¿qué impacto tiene la calidad del aire en nuestras vidas? Por eso fundamos Corant GmbH. Como expertos en investigación y desarrollo de tecnología de sensores complejos, decidimos diseñar air-Q, un analizador de aire fiable y completo.
Cuando la composición del aire se convierte en contaminación atmosférica
En Europa, la gente pasa una media del 90% de su tiempo en espacios cerrados. Esto significa que cada persona respira entre 12 y 24 kg de aire al día. Por esta razón, la calidad del aire interior es de vital importancia.
La composición del aire contiene principalmente nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono. También se acumulan monóxido de carbono, óxidos de azufre, metano y ozono. El polen, las esporas, las partículas y los compuestos orgánicos volátiles también desempeñan un papel importante en la determinación de la calidad del aire. Muchos de estos contaminantes tienen un efecto duradero en la composición (y el impacto) del aire. Son causados por el tráfico rodado y las plantas industriales. Muchos materiales de construcción y pinturas murales, objetos de plástico y aparatos eléctricos también liberan sustancias nocivas en el aire que respiramos. La temperatura, la humedad y los niveles de presión sonora también influyen considerablemente en la calidad del aire y, por tanto, en nuestro bienestar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la contaminación atmosférica es el riesgo medioambiental más grave para la salud en todo el mundo. La OMS lleva analizando la calidad del aire en Europa desde 1958. Basándose en sus numerosas observaciones, en 1987 analizó un total de 28 contaminantes orgánicos e inorgánicos que pueden ser responsables de la contaminación atmosférica. Para proteger la salud pública, la OMS publicó directrices sobre estas sustancias. Éstas no sólo proporcionan información sobre la concentración de contaminantes a partir de la cual la composición del aire puede llegar a ser nociva para el ser humano. También pretenden ayudar a eliminar o al menos reducir los contaminantes y contrarrestar así la contaminación atmosférica. En 2006 se publicaron por fin directrices específicas para el aire interior. Las primeras directrices de la OMS sobre la calidad del aire interior, centradas en la humedad y la proliferación de moho, se publicaron en 2009.
Aunque la OMS concede gran importancia a la cuestión de la calidad del aire, siguen faltando dispositivos de medición adecuados para determinar con precisión los niveles de contaminación. Los dispositivos de medición de la calidad del aire disponibles actualmente en el mercado pueden reconocer con certeza en cuanto se superan determinados valores límite. Sin embargo, carecen de los sensores necesarios para medir por separado los distintos componentes del aire que respiramos. Por eso hemos desarrollado el air-Q. Gracias a sus numerosos sensores, puede medir los contaminantes contenidos en el aire que respiramos de forma individual y en tiempo real, así como emitir dictámenes fiables sobre el volumen/ruido, la humedad y el desarrollo del humo.
La mala calidad del aire e incluso la contaminación atmosférica pueden afectar gravemente a nuestra salud y nuestro rendimiento.
Los componentes del aire pueden tener un efecto duradero en nuestro bienestar. Por un lado, nuestro rendimiento puede verse afectado. Por otro, pueden aparecer problemas de salud.
La mala calidad del aire e incluso la contaminación atmos férica no sólo se perciben como algo desagradable. También merman la capacidad de concentración y, por tanto, la productividad. Además de los olores desagradables, las causas de la mala calidad del aire incluyen temperaturas excesivamente altas o bajas, muy poca o demasiada humedad y, por supuesto, una contaminación acústica excesiva. Sin embargo, la concentración de dióxido de carbono(CO₂) es probablemente la que más influye en este contexto. El intercambio de aire es, por tanto, extremadamente importante para mejorar el aire que respiramos. Sin embargo, al ventilar siempre hay que tener cuidado de que los contaminantes, el ruido y el calor del exterior no agraven aún más la calidad del aire de la habitación.
Los problemas de concentración suelen ir acompañados de falta de bienestar e incluso de molestias físicas. La irritación de las mucosas, el picor de ojos y la irritación de la piel son algunas de las consecuencias menos graves. Por un lado, la mala calidad del aire puede agravar considerablemente los síntomas de quienes padecen alergias o problemas respiratorios crónicos. Por otro, la exposición prolongada a contaminantes puede provocar enfermedades respiratorias y cardiovasculares graves. También existe el riesgo de que el exceso de ruido, por ejemplo, desencadene o al menos agrave enfermedades mentales.
Pronto encontrará más artículos sobre la nocividad de los componentes del aire en nuestro blog.
(Imagen: unsplash/ Sasha Freemind)